sábado, 28 de febrero de 2009

a 45 rpm

Cuidado, que no es tiempo todavía,
hoy ni mañana, nunca, de sentirse
inocente. La noche, cada día,
vulnera la añoranza al desvestirse.
Imagen nuestra reflejada, fría.

Cuánto fugaz, qué infame asimetría
hubo de interferirse en el entorno:
implacable destino -me decía.
Valiente -yo le dije- tontería.
Indicios hubo. Tardará el retorno.

Pero la ausencia trae melancolía
y habrá que reinventarse un inocente.
¡Ay perdida inocencia, tuya y mía!
¡Ay cristales azules en el alma!
¡Ay, la poesía!

viernes, 27 de febrero de 2009

he quemado las naves

He quemado las naves:
eso es lo bueno.
Lo malo
es que tengo una isla
para mí solo
y no tengo muy claro
qué hacer con ella.
¿Venderla?
No. Alguien la compraría
para bebérsela.
La quiero para mí.
Yo no me vendo
ni me echo para atrás
tan fácilmente.
No se queman las naves
cada día.
Por lo menos, yo no.
No me gusta sufrir
inútilmente.

jueves, 26 de febrero de 2009

ceniza y miércoles

Y aunque vistan cenizas ciertas gentes devotas
hoy ha salido el sol, gozoso sol.

Las líneas del tendido
eléctrico han perdido su porte funerario
y, al abrir la ventana, vislumbro un horizonte
velado entre cenizas, pero lejos,
tan lejos que no alcanzan a entristecer la vista:
se las llevó consigo el vendaval.

Hoy don Carnal ha muerto. Que viva don Carnal.
Mientras doy dos caladas al primer cigarrillo
de este día que anuncia gorgojeos
me alegro de estar vivo,
de tener a mi alcance los días y las noches,
las risas y las lágrimas, los goces y las sombras.

Todo lo que se vive es venturoso.
Me alegro de estar vivo. Y aunque lluevan cenizas
sobre frentes devotas, comienzo la jornada
con ganas de encenderte las mejillas
y guardar la bufanda hasta el próximo invierno.

Hoy ha salido el sol, gozoso sol.

miércoles, 25 de febrero de 2009

noches y gatos

Para alcanzar los besos que me has dado
y he dejado escapar
he recorrido las nubes más lejanas,
me he despertado sobre las azoteas
y he hecho el amor con gatos y fantasmas.

Encontré el beso que me diste ayer
triste y redondo sobre una chimenea:
lo guardé con cuidado en un bolsillo
y torné a andar.

Luego encontré diversos besos sueltos
sin duda errantes desde algunos meses.
Estaban algo viejos y temblaban
de miedo.

Un beso que me diste en el futuro
me llamaba a lo lejos.
Corrí hacia él, lo atrapé con los dientes
y los dos, beso y yo, te esperamos
durmiendo en un campo de estrellas.

martes, 24 de febrero de 2009

ventanas, 6

Tengo ganas
de decirte a la cara
cualquier cosa.

lunes, 23 de febrero de 2009

res severa verum gaudium

No sé de qué me alegro ni por qué
me viene una sonrisa cuando escucho
que fulano dimite. Son fulanos
(con todo mi respeto a las fulanas)
y lo seguirán siendo hasta que mueran.

Como milanos, mas sin majestad,
son aves de rapiña. Qué pena de pateras
malgastadas en tanta buena gente,
con el papel que harían como repositorio
de toda esta basura dimitente.

La vida es un estado de alerta permanente.
No sé bien por qué se habla tanto de crisis
precisamente ahora, como si no estuviéramos,
clínicamente hablando, siempre en estado crítico.
(Dije estado: ¿Tendría que haber dicho
Estado con mayúsculas? No sé.)

Franda casta lamare, tilmatura,
Casturas in remedio. Qué atunvera
la que nos ha tocado a esta generación
desventurada. Por ventura nos echarán la culpa
de casi todo, mejor que sea así, no vayan a pagar
justos por pescadores. Que la pesca se acaba,
aunque parece ser que sigue habiendo caza
y cacerías. Sangre, siempre sangre,
memoria, desmemoria, estupideces.
Pero sangre, eso que nunca falte.

Esto lo escribo un día veintitrés de febrero
del año del Señor de dos mil nueve
pensando en cosas raras, anacrónicas,
como se sienten coño, tricornios y bigotes .
Y lo hubiera podido escribir cualquier día,
esto es como la crisis que nos cuentan,
que no tiene remedio y no sé bien por qué
nos cuentan tanto cuento.

Un once de septiembre, por ejemplo.
No por nada, es que yo fui a nacer
un once de septiembre, y ese día
cuántas cosas murieron, cuánta gente mataron.
Allende, Casanova, y las tremendas
torres gemelas con sus más de dos mil.
Estado crítico, clínicamente hablando,
encefalogramático espectáculo.
Un epigrama, es lo que quiero hacer.
Pero hoy no tengo el día y me salen soflamas.
A ver, vamos a ver:

los bancos, que demonios pasa con eso ahora.
¿Es que nunca han robado? Los banqueros
me dan mucho respeto porque lo hacen muy bien.
Lo de robar. Los bancos siempre roban
y los legisladores, ladronzuelos
los más de guante blanco,
se afanan con ahínco en resolver sus crisis
que ahora llaman sistémicas. Qué cara
se me queda cuando dan las noticias.
Si es por robar, los bancos siempre roban.

Los polis siempre pegan y pocas veces pagan.
Los jueces no se juzgan y juzgan por costumbre.
Los curas se confiesan, pero no sus pecados.
La gente bien, que es poca aunque aparezca
mucho, sigue tan rimbombante
de mansión en mansión, de cazo en cazo.
Botín usa botines cuando no los amasa
y nadie se amotina. Es un asunto serio.

Estoy hablando en serio. Me imagino un tornado
furioso que arrase con la historia.
Pero eso es imposible. Prefiero, de otra parte,
no olvidarme de nada,
quisiera ser archivo de todas las infamias.

Me las van a pagar.
Y esto sí que sería mi auténtico placer,
que paguen ellos.
Hoy suplico al lector que me ofrezca sus manos
aunque es lo más probable que las sajen de un tajo;
que me ceda sus puños para decir verdades
como puños; que con sus gritos callen
mis palabras, para que cada verso
se transmute en una puñalada a las mentiras.

Esto no es un panfleto. Hoy me siento hedonista.
El placer verdadero es un asunto serio,
ya lo vemos. Séneca
supo bien lo que hacía.

domingo, 22 de febrero de 2009

(paréntesis)

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sábado, 21 de febrero de 2009

tes mains

Embridan
el alborozo del cristal tus manos,
manos de sordomuda, manos célibes,
anémonas ahogadas en la quietud del claustro.
Oh, quién pudiera atesorar sus índices,
las uñas transparentes,
todos los caballeros de la mano en el pecho
de envidia morirían.

Caballos cabalgando
en el centro nocturno de los sueños.
Lágrimas
que jamás serán luna:
difuminan las manos todos los horizontes.

Gilbert Becaud te conoció borracha
palpando soledades en St. Germain des Près.
Tes mains. Un tanto disoluta tu vida
en aquel tiempo,
quebrar gargantas ahuyentar espasmos,
al fin llegaste al hospital oscuro de les Halles.

Nada se pudo hacer
para salvar tus manos de la extrema agonía.
Pero (fue al tercer día) en el corazón mismo
de las flores naciste nuevamente.

Y yo adoro tus manos como se adora al sol.
Y yo bebo en el profundo cuenco de tus manos agua.
Y en tus manos esboza una plegaria el viento.
Y tus manos acogen los pétalos más suaves.
Porque todas las rosas del universo han ido
a perfumar tus manos.

viernes, 20 de febrero de 2009

la escalera mecánica

Siento en los pies el peso de todos los nublados
y el polvo del camino se acumula de forma inopinada
en la red neurológica de mi fosa craneal. Cuánto desorden.
¿A quién busco? ¿Me buscan?

Recorro carreteras secundarias remotamente holladas
por alguien, antes, como yo. Y cómo discernir si soy ahora
o estoy siendo mañana. Me ha llevado su tiempo,
he trasquilado rabias rabiosamente esquivas,
he escudriñado cientos, miles de páginas,
casi todas repletas de lírica amatoria.
¿A quién buscan? ¿Me buscas?

Ahora ya sé qué hacer con tus caricias.

Camino sobre ranas con olor a nenúfares.
Resbaladiza alfombra. Amor resbaladizo,
quebradizo como pata quebrada, como hojaldre
apenas amasado y sacado del horno antes de tiempo .
Fuego fatuo de amor odiosamente tierno.
¿Quién me busca? ¿Te busco?

Y los atriles pautan las metáforas.
Y los clavos son pinzas que sujetan apenas, con desgana,
muñones de otras guerras, lamentos de otras treguas
que pican como avispa, como ortiga. El calendario y yo
no nos llevamos bien. Hace no mucho tiempo que fui abuelo
y al rato quedé huérfano. Son cosas diferentes.
¿Qué buscamos? ¿Nos buscan?

Sí, voy a hacer astillas de tus manos.

Porque no existen fechas para vivir así
sólo contigo, hora tras hora, cada café con leche
de todas las mañanas con tostada y danone.
La ducha desentona en el paisaje inhóspito de nuestras aventuras.
Yo arranco cada día palabras al silencio y hojas al calendario
que imagino con todo el santoral ( por más que sea ateo soy devoto),
hojas de parra, amarillentas hojas: enero-marzo-abril,
murió febrero, habrá que buscar otro. Otros febreros.
¿Alguien me busca? ¿Quién?

Ahora ya sé qué hacer con tus caricias.

Usarlas de estropajo para limpiar a fondo
todo lo que me ensucia las entrañas
y decirte las cosas de forma tan sencilla
que no parezca nada, aunque todo lo sea. Será el verbo
quien nos libre de todos los infiernos.
Eros es más que Logos, ya lo sé, pero eso a quién le importa.
Así seré capaz de ver las escaleras mecánicas del metro
día sí, día sí, día también, sin vomitar. Sólo contigo.
¿Quién nos busca? ¿Qué buscas?

Sí, voy a hacer astillas de tus manos.

jueves, 19 de febrero de 2009

I have a dream

Como ya sabéis muchos de vosotros, el próximo sábado canto en Clamores. Y me gustaría deciros que me hace ilusión, y por qué.

Me hace ilusión enseñar a mis amigos lo que he venido haciendo en estos tiempos. Me hace ilusión, porque ellos, vosotros, son (sois) parte de esta historia.

Me hace ilusión, porque, después de todo, esto de ser cantautor es como lo del sacerdocio; que imprime carácter, vaya.

Me hace ilusión, porque ahora mismo estoy sintiendo un regustillo en el estómago con sabor a adolescencia, hay que joderse, y sé que eso está bien.

Me hace ilusión, porque tengo muy claro que esto no es el principio ni el fin de nada, simplemente es así y sucede hoy.

Me hace ilusión porque "yes, we can."

Y lo que más ilusión me hace es tener esta ilusión. Aquí y ahora. Hace dos años, en plena crisis existencial, ni en sueños hubiera pensado que hoy estaría en éstas.

Esto es todo lo que quería decir hoy. Si queréis compartir conmigo tantas ilusiones, yo, encantado. Allí, en Clamores, nos vemos.

Un abrazo. Jose

miércoles, 18 de febrero de 2009

lo que vio Galileo al mirar el Universo

"Galileo Galilei sufrió graves problemas de visión en la segunda mitad de su vida, quedando totalmente ciego dos años antes de morir. Un grupo de científicos británicos e italianos quiere exhumar los restos del astrónomo y someterlos a pruebas de ADN para determinar si ese mal afectó a sus teorías sobre el Universo.

Peter Watson, ha estudiado la letra del científico, sus cartas y dibujos, y sospecha que pudo padecer miopía en uno de los ojos, uveítis (inflamación de la túnica úvea) o un glaucoma de ángulo estrecho. Según Watson, Galileo no desarrolló ninguna de estas dolencias, de padecerlas, por mirar el Sol, sino por una serie de desórdenes sistémicos, aquellos que involucran a varios órganos o a todo el cuerpo y que también afectan a la visión, incluyendo el ataque que sufrió cuando era joven y que le dejó temporalmente sordo y las severas hemorragias y la artritis que le obligaron a guardar cama durante semanas.

El director del Museo de Historia y Ciencia de Florencia, ciudad en la que está enterrado el genio italiano, cree que uno de los errores de Galileo atribuibles a sus problemas de visión y al primitivo telescopio utilizado fue su creencia de que Saturno tenía dos lunas. "Una prueba de ADN nos permitirá determinar en qué medida este mal podría haberle confundido", ha dicho Galluzzi. "Si descubrimos qué le ocurría exactamente podremos formular modelos matemáticos que simulen mediante ordenador los efectos que habrían tenido esos problemas de visión en lo que él contempló, usando un telescopio de las mismas características", ha resaltado
".

(El País, 22.01.09)

Si es que las ciencias avanzan que es una barbaridad. E pur si muove...

martes, 17 de febrero de 2009

no estoy para nadie

No suelo usar asertos del tipo sobre gustos
no hay nada escrito, o más se perdió en Cuba,
o hay gente para todo, como reza otro de ellos.
Casi siempre confunden, cuando no son sin más
una falacia. Por ejemplo,

que hay gente para todo es un dicho extendido,
pero según se mire es cierto sólo a medias.
También existe gente para nada
que no figura en dichos. Hablando estrictamente,
la gente para todo está siempre dispuesta,
pero yo me barrunto que no es tal la cuestión:
hay gente para todo que a veces te echa un cable
y otras, sin más ni más, la soga al cuello.
La gente para todo habla y habla y no para
de malgastar palabras como humo,
de ésas que nunca sangran.
Este tipo de gente tiene un punto arrogante,
un como aquí estoy yo que resulta cansino
y frustra mucho. Yo no sé si es feliz.

Me gusta más
la gente para nada, de la que (ya lo dije)
no se habla con frecuencia y, sin embargo,
está en el sitio justo y en el momento exacto
casi siempre. Esta noche pasada,
que fue una de esas noches
de pena emborrachada con sabor a formol,
encontré (casi lo tropecé, pues no buscaba)
un vecino de copa que a media voz decía,
salmodiaba,
farfullaba,
babeaba,
repetía:
“no sirvo para nada”. Y miraba un sombrero
que estaba en el extremo de la barra
como si no tuviera mejor cosa que hacer.

Ganas me dieron de irme de aquel antro,
pero uno tiene prontos naturalmente amables
y, venciendo mi innata repugnancia
a esas conversaciones de lengua trabucada
con quien no tengo el gusto (ni tan siquiera
como amigo en facebook, que ya es difícil),
le pregunté angustiado a qué se dedicaba.
“Hago canciones –dijo– y me emborracho”.
“Eso no es poco”, dije por decir yo.
Aquel personajillo me recitó unos versos,
y me contó su vida en carne viva y cierta
y escuchó atentamente mis cuitas rezumadas
en tanta mala leche que ni sé
y me invitó a una ronda que duró todo el día.
Desde ayer por la noche, es mi mejor amigo.

Y ya lo tengo claro: la gente para nada
está cuando hace falta, y está mucho.
La gente para todo, esa que tanto abunda,
no sirve sin embargo para nada,
siempre tan enredada en quererse a sí misma.
¿O tal vez no? ¿Y si estoy confundiendo
el todo con el todos y el nada con el alguien?
Corro hacia el diccionario, tendré que reescribir
de nuevo este poema. O no. Baladronadas.
Hoy no estoy para nadie, me falta todo el mundo.

lunes, 16 de febrero de 2009

Clamores

Sí, el escribiente a veces también canta. Ya se sabe, gallo que no canta algo tiene en la garganta, kikirikí. Algunos de los versos que por aquí han bailado serán al fin cantados. Y mejor anunciarlo que enmudecer sin más. A mí no me callan. Yo no me callo. Que callen otros, sobre todo si no tiene nada que decir. (Vale, me callo, no tengo nada que decir. Por lo menos, nada que interese, como coño o joder, por ejemplo). Qué le vamos a hacer, los poetas deberían ser prohibidos por Decreto. Después de todo, BOE rima perfectamente con PSOE. Lo cual no deja de escamarme, por cierto.

Me voy a mis clamores.

domingo, 15 de febrero de 2009

Ferlosio Sánchez

Ferlosio Sánchez tiene una facultad extraordinaria: vomita sin esfuerzo varias veces al día. Aunque no come nada. El don no es vomitar, sino lo que vomita: son palabras. Son balas. Igual que si yo me pusiera a decir ahora mismo cosas de tal calibre como esta:

Cada vez más ejemplarmente piadosa resulta hoy en día la respuesta del escita Anacarsis, que visitó Atenas en tiempos de Solón, cuando los atenienses le preguntaban que por qué no tenía hijos: "Por amor a los niños".

sábado, 14 de febrero de 2009

becqueriana (rima VII)

Del inmundo bareto apoyado,
con aviesa mirada, en la barra,
insensible, cubierto de lodo,
tocaba la flauta.

Cual arpía acechaba su presa
como acecha al insecto la araña,
esperando paciente el momento
de hacerle la trampa.

Yo me dije: “-¡Dios mío, qué solos
han de estar estos muertos sin alma
ni mayor ambición en la vida
que una flauta y un as en la manga!”

viernes, 13 de febrero de 2009

ventanas, 5

Si preguntas
que si me lo preguntas
te diré
que no me lo preguntes.

jueves, 12 de febrero de 2009

lamento de un funámbulo

El blanco rebozo de la blanca sábana.
Ya va amaneciendo. Mece la alcancía
su triste lamento cerca de la puerta.
Una desbandada

de pájaros súbita aligera el vuelo
hacia otros rincones. Huyen de nosotros:
no hay en nuestras ramas lugar para trinos.
Cuerpos desplumados

tras el armisticio de una noche en calma,
cuerpos maltratados, lamen sus heridas.
El tuyo y el mío. Tu cuerpo, mi cuerpo,
hilvanan su afán:

convertir la arritmia en compás exacto,
alentar escalas sin ningún anclaje,
subirse a la parra de una frase inhóspita
en noches sonámbulas,

hacer equilibrios en la cuerda floja
que mantiene unidos los vientres hastiados,
sentir en la nuca besos estampados
con una cuchilla,

avivar rescoldos que no serán lumbre,
dar pasos en falso, hablar por hablar,
hacer de la vida un eterno bucle
de usar y tirar.

Tensa bien la cuerda. Ya no hay nada.

miércoles, 11 de febrero de 2009

vivir consiste

Se levanta con gesto imperceptible y anda,
para no despertarme, casi como gata
que abandonara el lecho de mis pies,
lentamente
se echa la bata encima y descorre
los visillos. El sol
se filtra apenas.

Viene como un olor extraño a salitre y algas,
algún murmullo que ayer no se escuchaba
que se entremezcla con algo que he soñado y que
ya no recuerdo.
Que no recuerdo ya.

(Amar consiste sólo en huir detrás de un sueño hasta reventar).

Ahora ya todo huele a café y tostadas,
me roza suavemente y dice: Buenos días.
Sueño que estoy dormido, se revientan
como de golpe
las penas en mis venas y no sé
ni cómo ni por qué
llegué a esta habitación,

cómo y por qué me encuentro en esta mesa ajena
en cuya superficie negra he derramado
todo el café. Intento levantarme y no
puedo moverme,
no me puedo mover.

(Amar consiste sólo en huir detrás de un sueño hasta reventar).

Ella viene, me besa con tristeza y ríe.
Azul es su sonrisa como dios, como el cielo.
Ya amaneció. Pregunta por mis sueños, yo
no sé si duermo
o estoy despierto ya.

Vivir consiste sólo en huir detrás de un sueño hasta reventar.

martes, 10 de febrero de 2009

otoñal

Hoy detengo mi vista en la marea
apenas intuida, iluminada
por la luz otoñal –ya cae la tarde–,
mientras manos tan blancas
encadenan momentos intangibles.
Manos que no acarician,
que no estrechan avaras, sólo dicen
lo que quieren decir: qué azul,
qué infinitud de mar abierto.
Me aturde contemplar tanta belleza
que no puedo alcanzar.

lunes, 9 de febrero de 2009

autorretrato

Tengo por cabeza dos zapatos huecos
y un altar con zuecos es mi corazón.
Ando y mientras ando los números cantan
y no me levantan ni dios ni el amor.
Ayer aún soñaba pájaros sin cuento,
hoy estoy despierto pues no sé dormir.
Me faltan los dientes que el tiempo me roba,
soy como una escoba. Me siento infantil.

Nunca voy a misa, nunca me confieso,
soy bastante obseso y algo sexual.
Grito en el silencio, callo en la algarada,
no me importa nada, todo me da igual.
Vivo con el pueblo sobre una escalera
y de esta manera ya se puede ver
cuál es mi carrera, cuál es mi talante;
soy un militante pequeño burgués.

domingo, 8 de febrero de 2009

ya te vale

Ir contigo al mercado
es como pasear
por los Campos Elíseos.
Compras dos bogavantes
(esos bichos que luego regalas al portero)
y mientras buscas cambio preguntas al tendero
por sus hijos. La cosa tiene mérito.

Si en verdad paseáramos por los Campos Elíseos
o la rue Tivolí –oh, Paris c’est Paris!–
seguro que comprabas un sombrero
exclusivo, carísimo, de fieltro
con diamante incrustado estilo Louis Vuitton.
Y eso me gusta menos. Me apasiona
ir contigo al mercado, ya te vale.

sábado, 7 de febrero de 2009

también las crisálidas buscan su ataúd

Finalmente sentados,
barro, arcilla,
nuestros cuerpos desnudos
esculturas grotescas,
móviles, mancilladas,
esculturas tal vez
sencillamente postmodernas,
polvo bajo la lluvia
en medio de un silencio
sucio, silencio amarillento
–cobarde es la palabra–,
lodo, sí, barrizal,
esclerótico
y un grito electrizado
invadiendo neuronas
una vez más en pleno
deterioro.


Más tarde aquella ráfaga
de plomo, aire sería,
nos adentró sumisos
en el mismo epicentro
de otras gentes perdidas.
Yo tuve miedo y tú
simplemente aferraste
mis manos temblorosas
y así, juntos y sucios,
vagamos cierto tiempo
buscando yo no sé,
acaso tú lo sabes,
buscando una quimera,
oro, oro,
buscadores de oro
en California éramos:
por eso enlodazados
y en el pecho colgando
una medalla,
en tus pechos diamante,
en mis huesos un trozo
de metal.
...Mas el agua,
llegó el agua una tarde.
Aquel abedul triste
fue atravesado al pronto
por el sol otoñal
y fue súbito el vuelo
de los agazapados
mirlos blancos.
(Qué anacrónico todo).


Oh, prodigio de fe,
Oh, nostalgia bendita!
Desnudos, desvalidos,
desvencijados cuerpos,
un torrente de hálitos
brotando en las galaxias,
milagrosa presencia
de horizontes.
Años luz recorrimos,
el barrizal de antaño
es hielo luminoso,
lacerante. Nacimos
en días venideros:
no son estos momentos
propicios al recuerdo.
Estatuas, sí,
pero después de todo
cinceladas en plata,
bellas en fin, llamadas
a ocupar su lugar
en el museo,
que suscitan sosiego,
que reclaman un alto
al visitante. El mármol
de los ojos, admirables,
se adueña de las salas.
Yo, sentado a tus pies
en escabel asiático...
Es una obra maestra
nuestro grupo escultórico
en la vitrina tenue.


...Somos ninfas, crisálidas,
gusanitos de seda,
espinas de un rosal
no florecido aún.
Pero yo estoy contigo.
Digo.
Me desdigo.
Contigo no,
estoy en ti, soy yo
tu propia espina.
Somos un puro embrión,
boceto apenas, tímida
pincelada de luz:
el cenit no es lo nuestro,
pero tampoco es cosa
de andar buscando a ciegas
la alborada. Lo dije:
ninfas somos, crisálidas
buscando un ataúd
–Oh dios, qué injusto eres–
porque quién va a negarme
que también las crisálidas
mueren a veces, mueren
sin alcanzar la luz.

viernes, 6 de febrero de 2009

poeta en red

Cuanto más te malogras, logras más,
le dijo un buen amigo al malogrado.
Dio vueltas al asunto
aquel escritorzuelo (que colgaba
sus versos en la red con tuconmacia)
y acabó concluyendo
que no quedaba mal el apotegma.
Desde entonces se afana con esmero
en escribir no dos: cinco seis, siete
versos por día.
Volvió a ser otra vez poeta en ciernes.

jueves, 5 de febrero de 2009

penitencia

Cuando enfermé de ictericia me extirparon las amígdalas.

(Con María de Magdala subo el Calvario
y sus catorce estaciones de itinerario.)

Cuando me rompí el tobillo me sacaron una muela.

(De san Judas Iscariote me pongo al lado
a ver los clavos del Cristo crucificado.)

Cuando tuve divertículos me hice una colectomía.

(Con toda mi fuerza arrojo contra el costado
lanzas que son los despojos del buen soldado.)

Cuando me duele la vida me vendan el brazo izquierdo.

(De la santísima virgen guardo un sudario,
la santa sábana blanca de mi rosario.)

Cuando me duele la muerte, no hay remedio.

miércoles, 4 de febrero de 2009

tras una lectura poco recomendable

(Les daré un buen abrazo. Si es que vuelvo,
eso nunca se sabe).

“Hoy me han vuelto a robar, dijo Bill.
Las gafas y una navaja de bolsillo.
Sospecho que esa gente, buena gente,
que halaga mis oídos y enciende mis pasiones
no es tanto de fiar como pensaba.
Para empezar, no me los imagino
dándose; como mucho se prestan, y eso a cambio
de alguna pretensión inconfesable.
No me quedo con nadie, por mucho que apetezca
no estar solo lo estás. Y yo, a lo mío”.

Será que me he apuntado al solipsismo,
porque estoy muy de acuerdo con Bill Burroughs
en estas confesiones que hace a su amigo Ginsberg:
yo soy yo, sólo yo, por más que quiera
ser otro o estar otro. Eso que él llama
buena gente, al fin y al cabo mamarrachos
que juegan a vivir unos con otros,
te abrazan y se olvidan. Hace tiempo
yo jamás olvidaba un buen abrazo,
hace ya mucho tiempo, ahora me he acostumbrado
a las hipocresías y convivo
con ellas como con los moscones o la mierda.

Claro que esto lo digo, solipsismos aparte,
después de haber leído cartas de la ayahuasca
en una tarde inhóspita que invade
de invierno todo el cuerpo,
de ausencia que me duele hasta hacer sangre.
Me atenaza
cierto desvalimiento de esos que desazonan
al tipo más pintado, y yo no lo soy tanto.

Pienso: tan sólo es un paréntesis,
aquellos que alentaron mis anhelos
para luego dejarme en la estacada
volverán algún día, es un pequeño bache
en el camino. No lo sé. Si vuelvo alguna vez
o si ellos vuelven (eso nunca se sabe)
habrá que tomar nota.

Y serán mis abrazos los del oso,
sólo que menos fuertes.

martes, 3 de febrero de 2009

ventanas, 4

La sorpresa entre los dientes:
un bocado de caballo
o de príncipes de Oriente.

lunes, 2 de febrero de 2009

Y sigue el frío

Hoy leí en el periódico que un árbol centenario
ha sido derribado por el leve latido de tu aliento.

No sé quién lo plantó, el parque está cubierto
por esa nieve blanda de la tarde
y las huellas del hombre que transita cubierto con su gorro
de lana y su bufanda y sus gafas de sol
no se ven, sólo suenan sus crujidos de hielo.

No guardo en mi memoria, por mucho que comprima
imágenes y datos, el nombre de los árboles que mueren
ni el de quien los plantó. Pero llevo escafandra
por si acaso me pides que penetre en las aguas
del lago cristalino. Yo lo haría
por ti. Tú no lo harías, siempre te has sumergido
a pulmón limpio, sé que no vas a hacerlo por mucho que lo pida.

Hay ojos que son ojos y ojos que son miradas.

Tu mirada escudriña las vías de los trenes que se pierden
o
la desembocadura de los ríos en la densa neblina
o
el deforme revuelo del carnaval que llega
o
el armario que tienes que desmontar mañana
o
el desorden que campa por tu nuevo aposento
o
las flores que sabes que no van a brotar.

Pero
no son los ojos que miran a los míos,
tus ojos. Yo estoy ciego,
mis ojos sin tus ojos no son ojos,
y si alguna vez miran lo hacen hacia otra parte
para no atravesarte, para no estremecerte,
para no molestarte, para no ser de ti.

Haz leña con mi cuerpo. Te daré así calor
y entenderemos que ha valido la pena.

Con el leve latido de tu aliento derríbame,
sálvame del invierno.

callejero: carrera de San Jerónimo

Echó a correr:
al verlo, los leones
fueron tras él.

domingo, 1 de febrero de 2009

soneto a mí mismo / y 2

Estoy enamorado de mí mismo,hay tantas cosas
en mí tan deliciosas…
Walt Whitman
Me gusta dar la nota. No comprendo
cómo pude escribir ayer un canto
que acabó siendo un himno al desencanto,
un manifiesto inicuo, un vil remiendo.

Fue todo un desatino. No lo entiendo.
No estoy triste ni solo, tengo encanto,
doy cuanto soy, pero recibo tanto
que me paso la vida recibiendo.

Y una tarde de enero, enfurruñado,
me da por perpetrar un sonetucho
totalmente anacrónico, esquinado.

No me puedo quejar, soy más bien ducho
en el arte de amar y ser amado.
Es la pura verdad: me quiero mucho.