miércoles, 7 de enero de 2009

jirabiraka (la rueda)

Otra excepción: me parece que este poema traspapelado tiene su sitio aquí.
Ante el tiempo implacable que forjó mis destinos,


prestamista usurero de perdones o gracias,
ante todos los hombres que conmigo corrieron
me declaro vencido.

Hoy he alcanzado a un tiempo la miseria y la luz.
Tantos años corriendo sin descanso ni tregua
para acabar sabiendo sin engaño posible
que no iba a ningún sitio.

Empecé siendo niño: me pusieron la meta
y la asumí sin darme ni tiempo de pensar;
luego seguí, alocado, la jornada a destajo
Y devoraba polvo. Y devoraba sal.

Aquí llegué. Minutos, siglos, segundos: nada.
La cinta de salida, la cinta de llegada...,
eran la misma cinta. Siempre caminé en círculo.
Me declaro vencido. Digo
que he descubierto el pulso de mis entrañas todas
en el preciso, exacto momento en que paraba
el reloj su centésima.

Terrible paradoja que ahora deba
sentarme a descansar.

1 comentario:

Rafael Arenas García dijo...

¡Qué placer de lectura! La idea es tópica, como todo lo verdadero; pero el texto desprende tal sensación de autenticidad que se tiene la ilusión de compartir el sentimiento. El estilo, tan claro, tan cartesiano, tan limpio, emociona.