lunes, 19 de enero de 2009

no procedo de mí

Soy hombre. Mi inmanencia me arrastra confundido
entre la inmensidad de los demás.
Existo. Soy. No hay fuerza que me libre
del cuerpo, de las manos, de los ojos que miran
inquietos pero ciegos, de la boca
que calla las verdades del barquero.
Y nada puedo hacer por remediarlo:
el camino ya está más que trillado,
está ya devastado por hombres y más hombres,
no lo hice yo. Este mundo no es mío,
como tampoco son mías sus palabras.
No puedo decir yo, ni tú, ni él,
ni siquiera vosotros. Sólo queda
el miedo atroz y la vergüenza.
Sólo
la procesión de hormigas hacendosas
en que se han convertido nuestras vidas.

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