lunes, 29 de diciembre de 2008

soda y vinagre

El niño retozaba:
sus ojos grandes, negros,
reflejaban
indios y americanos.

Los abuelos miraban:
sus ojos asombrados
se vestían
con lutos de añoranza.

Ajeno a su futuro
sufrimiento,
el niño, a sus trajines.
Tan contento.

2 comentarios:

pablo medel dijo...

Impaciente, has hecho dos: ése no era el trato.

Jose Zúñiga dijo...

Es que era el que tenía preparado. Y luego escribí en la servilleta lo del vinagre y bueno... Pero tienes razón: ya está arreglado.